jueves, 21 de febrero de 2008

creadores



Esta página pretende constituirse en un espacio de difusión y encuentro, de los creadores de arte comprometidos con un ideal de cambio e igualdad social. Sabemos que solamente con arte no se cambia el mundo, pero creo esta "necesidad" de los creadores de pensar con consiencia social responde también a aquello que decía Goethe “de que no hay modo más seguro de esquivar el mundo, ni hay modo más seguro de enlazarse con él, que el arte”.



Arte de Masas



Cada semana millones de personas consumen, en el mundo, los productos artísticos o seudo artísticos que se brindan en las salas cinematográficas, los receptores de radio, por Internet o las pantallas de televisión. Las cifras son, en verdad, impresionantes: decenas o centenares de miles de espectadores –y, a veces, millones- para una sola película; millones de teleespectadores para un solo programa de televisión. Pues bien, esta enorme potencia de comunicación, puesta al servicio de la difusión de productos artísticos o seudo artísticos, ¿a quién beneficia o perjudica?, ¿quienes tienen que perder o ganar con ella?, ¿qué es, en definitiva, lo que se hunde o se levanta en el hombre cuando esos poderosos y eficaces medios se ponen al servicio no de un arte verdadero sino de un arte de masas?

Quién pierde, ante todo, es el propio hombre –masa, cosificado, deshumanizado, que absorbe sus productos, ya que su goce o consumo de ellos aunque se presenten, muchas veces, como una distracción o diversión inocentes, no hacen mas que afirmarle en su oquedad espiritual, en su estado miserable de objeto, medio u hombre-cosa.

En este sentido, el arte de masas, incluso cuando se presenta en la forma mas banal y, en apariencia más intrascendente, o cuando roza fugazmente los problemas humanos más profundos para quedarse, al fin, en lo superficial, después de velar las contradicciones vivas y reales, este seudo arte cumple una función ideológica bien definida: mantener al hombre-masa en su condición de tal, hacer que se sienta en este estado como en su propio elemento y, en consecuencia, cerrarle las ventanas que le permitan vislumbrar un mundo verdaderamente humano, y con ello, la posibilidad de cobrar conciencia de su enajenación, así como de las vías para salir de ella

Pero no solo pierde el hombre-masa con todo lo que ello significa: es una pérdida para todos los hombres o, más exactamente, para los hombres verdaderos que aspiran hoy, con su lucha conciente y real a instaurar un orden social verdaderamente humano. Pierde, a su vez, el arte autentico, el arte como expresión de lo específicamente humano, de la naturaleza creadora del hombre. Entre el arte verdadero y el hombre-masa se establece, en efecto, un dialogo de sordos porque este último tiene atrofiada la sensibilidad, por tanto no puede apreciar el verdadero arte. El público, en las condiciones propias del consumo de masas, prefiere casi siempre los productos más inconsistentes, desde el punto de vista estético, a los que ofrecen valores estéticos más altos. No se trata de algo casual, sino de un hecho que se da necesariamente, porque el gusto y el criterio estético del consumidor se halla conformado o adaptado para apreciar determinados productos y descartar otros, justamente aquellos que tienen más alto valor estético, o los que ofrecen un contenido ideológico que entra en oposición con el pobre y mezquino molde en que ha sido encerrada su mente. Así, se aprecia una obra convencional, con personajes de cartón, con soluciones falsas y un sentimentalismo barato, en tanto que en nombre de la diversión y el entretenimiento puros se rechaza el escarbar en los problemas fundamentales del ser humano.



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